Al abrir los Registros Akáshicos, sentimos la energía amorosa que impregnaba cada rincón de ese espacio sagrado, listo para guiarla hacia la sanación. Juntas, exploramos las páginas de sus vidas pasadas, y entre las líneas del tiempo, descubrimos un recuerdo olvidado de una vida anterior que había dejado una marca profunda en su alma.

Isabel, en aquella encarnación pasada, fue capturada y llevada violentamente a una oscura y angosta celda. La fría piedra de las paredes parecía cerrarse sobre ella, y el sonido de la puerta chirriante al cerrarse resonaba en la penumbra. En ese confinamiento forzado, Isabel experimentó el miedo más profundo, la sensación de impotencia y la angustia de estar privada de su libertad.

La sabiduría de los Registros Akáshicos nos permitió sumergirnos en esa experiencia pasada con respeto y compasión. Isabel, en nuestra exploración, revivió aquellos momentos oscuros, pero esta vez desde una perspectiva de fortaleza. Con lágrimas de compasión, abrazó a esa versión pasada de sí misma con amor y entendimiento, reconociendo la resistencia y la valentía que emanaban de su espíritu en medio de aquel sufrimiento.

La exploración de los Registros Akáshicos también nos brindó herramientas prácticas y afirmaciones que transformaron la percepción que Isabel tenía sobre el encierro. A medida que avanzamos, pude ver cómo el miedo que la había atado durante tanto tiempo empezó a ceder ante el poder de su propia luz interior.

En ese momento, emergió de esta experiencia con una renovada sensación de libertad y confianza. La claustrofobia ya no la retenía, y Isabel pudo dejar atrás las sombras de aquella vida pasada, llevando consigo la lección de la fuerza interior que siempre había estado presente.

Con mucho cariño, Isabel me ha permitido compartir su historia como faro de esperanza para otros que también buscan liberarse de las cadenas de sus propios miedos.

La amistad y la recomendación de su ser querido la guiaron hacia la puerta de la sanación, y los Registros Akáshicos fueron la llave que abrió esa puerta.

Por mi parte, estoy inmensamente agradecida a Isabel por haber confiado en mí como su Guía; fue un honor ser parte de este viaje de autodescubrimiento y sanación.